jueves, abril 19, 2018

El hilo de Ariadne

Hace mucho tiempo que tenía ganas de escribir sobre esta parte de mi vida. Una parte muy importante que transcurrió durante varios años en un plano paralelo al que muchas veces he compartido con vosotros. Una parte responsable de mucho de lo que soy hoy, y de mucho de lo que he sido durante estos años. Es una historia que forma parte de mí, y que hoy la veo de forma muy diferente a cómo la he visto durante las horas, días y momentos que la viví.

Figura 1: El hilo de Ariadne

Es una historia que tiene banda sonora, y caras, y miradas, y fotos, y canciones, y gritos, y algún llanto, pero sobre todo muchos silencios que guardaron muchas cosas. Muchos silencios que no dijeron nada a nadie. Ni al burrito de Shrek que todos los ogros debemos tener. Es una historia de mitología que sirve para explicar con realidad cómo me perdí durante un tiempo en un laberinto de confusión, y cómo pude salir de él, gracias al hilo de Ariadne, no sin mucho esfuerzo y calamidades de todo tipo.

La historia de mi vida tiene ya cuarenta y dos años, así que dejadme que os ahorre gran parte de ella situando el inicio de este periodo en el año 2013. Concretamente en el verano, durante las conferencias de BlackHat y DefCon de ese año donde expuse. Las últimas en las que participé antes de comenzar este periplo. Había llegado a ese punto de mi vida después de haber pasado la gran crisis económica que comenzó a notar España a partir del año 2008. En ese año, el 2008, había nacido Mi Hacker. En el 2008 también estuve viviendo en Londres, y dirigiendo mi querida Informática64.

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Y en el 2013, mientras que yo estaba en las charlas de DefCON y BlackHat, Mi Survivor estaba a punto de llegar al mundo para revolucionar un poco más mi vida. Llegué de regreso a Madrid a tiempo para que me pusieran a mi segunda hija en los brazos nada más nacer. Llegué después de estar una semana entera sin poder dormir por culpa de alguna extraña enfermedad que me tenía debilitado, con tos, y con un exceso de estrés. Nunca supe que me pasó durante esa semana, pero lo cierto es que no logré conciliar sueño en Las Vegas - y no fue por las fiestas-. Las Vegas es un lugar que llevaba visitando casi diez años y que conocía muy bien. 

Pero ese año las sensaciones no eran iguales para mí. Cuando me metía a intentar descansar en mi habitación, no lo lograba. Llegué de regreso tras dar mi charla a Madrid con el tiempo justo, y ese mismo día me pusieron en los brazos a mi pequeña. Mi segunda niña. De nombre: Ariadne.

Si has sido padre, y te han puesto una hija en los brazos por primera vez, no hace falta que haga el intento imposible de describir con letras lo que se siente. Esa sensación es difícil de transmitir. Si la has vivido, sabes cómo es. Si la vives en el futuro, te acordarás de estas palabras cuando te llegue el momento. Siempre es distinto. Salen emociones reprimidas durante mucho tiempo. Emociones que no sabes ni que tienes. Emociones que no sabes ni que existen.

Con mi primera niña aparecieron emociones paternales que me cambiaron los ejes de existencia. En un minuto, mi vida cambió de marco de referencia. Me hackeó por completo. Mi primera hija, me cambió por completo, y ella se convirtió en Mi Hacker. Con la llegada de Ariadne, después de unos años muy duros en muchos aspectos, me sentí superado. Me sentí arrollado por mis emociones. Me sentí desbordado totalmente y salieron sentimientos reprimidos durante años, que no sabía ni que existieran. Todos de una vez en ese instante.

Y me puse a llorar con ella en brazos.

Pero no de una forma normal. Ni metafórica. Me puse a llorar desconsoladamente. No sabía cómo ni por qué, pero las lagrimas se me escapaban. Mis familiares trataron de controlarme durante casi una hora. Pero era incapaz de volver a meter en la caja de donde se habían escapado todas esas lágrimas. No soy de los que deja ver mis emociones mucho, sobre todo las de tristeza. Prefiero mostrarme siempre alegre y contagiar a la gente que me rodea de energía positiva. Que cuando me enfado también soy terrible. Muy terrible. Pero ese día, con Ariadne en brazos, se abrió algo que tardaría tiempo en controlar. Mucho tiempo.

Al principio achaqué mi desbordamiento al cansancio físico. Al estrés. A lo que se venía por delante. Pero desde ese momento, la cosa se volvió loca. Era Agosto del año 2013. Y nuestro bebé salió del hospital para volver a él un par de días después, muy malita. No quiero ahondar en detalles de lo que le pasó porque es largo y doloroso recordarlo. Regresó al hospital, con algo menos de dos kilos de pesos. Débil, muy débil, y los doctores nos dijeron que la cosa pintaba mal, que no sabían si pasaría la noche, y que se tenía que quedar en la Unidad de Cuidados Intensivos de neonatos. Fue un palo muy duro como padres, de esos que te da la vida sin que te lo esperes. Nos hizo contar cada segundo y minuto de aquellas horas de incertidumbre.


Pero Ariadne no había venido al mundo para irse sin pelear. Había venido a abollar este mundo. A romperlo. A mancharlo. A gritarlo. Así que se ganó a pulso durante esos primeros meses de su vida el título de ser Mi Survivor para siempre. En la UCI la podíamos visitar unos minutos cada ciertas horas, y solo dos personas. Nos íbamos turnando con los miembros de la familia. Tuvimos que cambiarla de hospital y de UCI en ambulancia porque no daban con lo que le pasaba en el primer centro, y poco a poco fuimos viendo cómo vencía los días uno a uno.

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La historia es larga, y llena de momentos, de agujas, de sondas nasogástricas, de sueros intravenosos, pruebas de alergias, de monitores de vida que pitan, de análisis de sangre, de situaciones tensas y tristezas. Y reproches personales. Momentos en los que siempre pensé que el culpable fui yo que le pegué algo que me traje de mi último viaje de Las Vegas. Algún virus que le contagié cuando la cogí en brazos tan pequeña. Algo. Algo que no sabremos nunca, ya que el abanico de lo que le pasó durante ese periodo va desde un virus en el estómago, hasta que tuviera inmadurez en el aparato digestivo, o que desarrollara una alergia a algunos alimentos que no pudieron detectar porque las pruebas no son concluyentes a esas edades. Pero salió adelante.

Y yo salí adelante, pero un poco tocado.

Perdí un poco de mí dentro de un laberinto con todo aquello. Y sin querer, aprendí a meterme en una especie de melancolía continua a la que me abrazaba cuando estaba solo. Tener una vida intensa, variada, animada, con una profesión tan apasionante como la que disfruto desde que comencé mi carrera profesional, me ayudó a balancear y sobrellevar esa parte. Obligado por el trabajo y por dos niñas que no entienden de esas cosas, como Mi Hacker y Mi Survivor,  fui llevando los días en una especie de carrera continua, con muchos Ups & Downs . Pero lo cierto es que cuando estaba fuera de esa parte activa, en mi vida había silencios. Momentos de una soledad personal que no quería compartir con nadie. 

De vez en cuando, un post en mi blog - como éste -  dejaba entrever algo de esa parte. Pero no demasiado. Los años de experiencia escribiendo me han enseñado a esconder sentimientos en palabras, mensajes en metáforas, firmas personales en pseudónimos y hacer que los párrafos bailen una canción con una letra difícil de seguir. 

Me centré en aprovechar mis momentos de soledad, en hacer deporte, y así llegué al punto de la gráfica que tiene una derivada con pendiente cero. Ahí, en la RSA del año 2016, donde volví a ponerme enfermo, regresé con 67 kilos de peso. Con muchos más momentos de soledad y silencio de los que había ido buscando en los últimos tiempos. Durante ese periodo, donde además ElevenPaths iba muy bien después de tres años de vida, donde aún no tenía todas las responsabilidades profesionales que tengo ahora, tenía más tiempo libre que el que comenzaría a disfrutar después, por lo que podía pasar más momentos en ese laberinto personal que se llama "pensamientos". Muy similar a lo que descubrí que diría la canción de "Heavy" de Linkin Park.

Figura 5: Heavy de Linkin Park

Durante esos momentos de 2016 en los que el trabajo me dejaba más tiempo libre, mis amigos fueron esenciales en el día a día. Fer especialmente. Él, que siempre está alegre y reparte energía al mundo sólo con sonreír constantemente. Que te da un abrazo o te cuenta como casi se ha matado con la moto mientras se muere de risa y te enseña los hematomas. Habría que clonar a estas personas como él y poner un Fer en la vida de cada, no sé, cincuenta personas. El mundo sería más alegre. A él me abrí un poco más que al resto. Y con escuchar sus caídas por las rocas, o sus problemas con el parapente, mis días eran más alegres. También me encontré gente nociva por el camino, que no todo fue disfrutar de Fer. Ahí me di cuenta de lo importante que son el tipo de personas con el que te juntas. Y a muchas personas solo las conoces por cómo se comportan cuando las cosas van mal.

Desde ese entonces, Los Niños Perdidos, nuestro grupo de amigos reducido en el que, por supuesto, está Fer, marcamos una filosofía de vida, a la que llamamos QHF. Es decir, cada vez que tuviéramos un problema, la respuesta sería pensar en "¿Qué haría Fer?".  Y con ellos, fui recuperando las ganas de salir de aquel laberinto en el que disfrutaba estar en mis momentos de soledad. No es que quisiera cambiar nada. El laberinto de pensamientos y emociones en el que me había metido cuando estaba solo era un lugar cómodo y agradable en el que disfrutaba los momentos fuera de las cámaras. Una cálida bolita azul a la que agarrarse.


Por supuesto, mi familia y mi trabajo también los disfrutaba con alegría, así que estaba en un equilibrio curioso donde una parte de mí pasaba tiempo en un laberinto en el que muy poca gente sabía que me escondía horas y horas cuando nadie me veía. Un laberinto que ya había decorado con canciones, con rituales, con recuerdos confortables, con aventuras inventadas en un mundo inexistente. Un laberinto al que tampoco dejé entrar a nadie. Era mi laberinto. Y por supuesto, era para mí un lugar para estar tranquilo y alejado del ruido del mundo. Muy pocas personas sabían de su existencia.

Y así llegué, con Ups & Downs a Julio del 2017, donde pasó algo que me marco y me hizo salir del laberinto. La muerte de Chester Bennington. El 20 de Julio se ahorcó. No lo conocía bien hasta el momento, pero que alguien con éxito y familia  como él se ahorcara, me marcó. Por supuesto que había escuchado canciones de Linkin Park muchas veces, pero no fue hasta que me enteré de su muerte a finales de Julio que comencé a interesarme más por las letras y su vida, especialmente las de su último disco.


Figura 7: ¿A quién le importa si una luz más se apaga?

Y fue un shock. Canciones como Heavy o One more light tienen letras desgarradoras, pero antes ya existía Iridiscent. Letras duras para alguien que está "Cold and lost in desperation". Raro, siendo una estrella del Rock con fama, dinero, y una familia. Lo que más me impactó fue ver este vídeo de Chester Benington jugando con su hijo 36 horas antes de ahorcarse. ¿Cómo era posible?

Figura 8: Chester Bennington 36 horas antes de su muerte

No sé lo que pasaba o lo que pasó por su cabeza. Sé lo que pasó por la mía al verlo. Sé que vi que una persona feliz y contenta con su familia, con éxito, admirado, venerado, podía tener su propio laberinto en el que perderse. Un laberinto del que no consiguió salir. Algo que él contaba en su última entrevista en radio, donde decía que su cabeza era un barrio duro donde no podía pasar mucho tiempo. Y me marcó.


Figura 9: Última entrevista a Chester Bennington

Desde ese día fue como ver mi vida desde fuera. Verme desde el aire. Y ver parte de mi laberinto en otras personas. Y decidí salir de mi laberinto. Poco a poco. Paso a paso. Buscando el hilo de Ariadne que me ayudara a salir de él. Un hilo del que tiraban Mi Hacker y Mi Survivor. Del que tiraba Yup, con quien comparto la aventura de cuidar a estas dos salvajes. Un hilo del que tiraba mi trabajo. Mis conferencias. Mis hacks. Mis posts. Mis compañeros en el día a día. Mi familia. A pesar de todo lo bueno y lo malo, siempre la familia. Mis amigos. Mis 50 Chuletones de Grey. Mis viajes. Mi burrito de Shrek. Mis viejos amigos. Los nuevos amigos. La gente que me quería bien. Entre todos, poco a poco me llevaron a estar fuera de mi laberinto. Y mi vida comenzó a ser mucho más divertida. Más alegre. Más viva.

Figura 10: Iridescent, una canción de esperanza para los desesperanzados

Por supuesto, como todo el mundo, hay ratos en los que estoy contento, y otros triste, pero aquel laberinto en el que entré en 2013 se quedó atrás. Y mi vida es mejor. Así que si estás en un laberinto, busca tu hilo de Ariadne, e intenta no entrar mucho en él. Si te sientes frío y perdido en la desesperación, let it go. Mira hacia adelante, que es lo que te queda de vida, no lo que ya pasó. Hoy mismo, Ariadne me ha dicho que me quiere.

Saludos Malignos!

9 comentarios:

  1. Me ha estado pasando algo similar de toda la vida. He llegado a pensar incluso que puede que sea una consecuencia de nuestra profesión. Creo que estar tan concentrado frente a un ordenador, solos, pensando abstractamente, imaginando, creando, programando; tiene consecuencias a largo plazo en humanos.

    Gran post. Un abrazo y mucho ánimo!

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  2. Excelente reflexión interna para que que te podamos conocer más. Te admiraba como profesional y ahora también como persona. Gracias por compartir ese laberinto interno con el que muchos podemos sentirnos identificados. Un abrazo!

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  3. No sé cómo lo haces pero desde que te leo dejas mensajes en mi vida, me motivas, haces que el laberinto sea más fácil. Saludos Chema Gracias por compartir

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  4. Excelente post Chema. Me has hecho pensar mucho y la verdad que somos muchos los que estamos metidos en ese laberinto. Si tu has conseguido salir, nos da esperanzas a los demás. Animo crack!!

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  5. Estimado Chema: En mi ámbito me dicen hacker porque se usar el teamviewer y la gente flipa, imagínate lo solo que me siento, en este contexto encontré un video tuyo y desde entonces te sigo como puedo, no tanto por tus post "técnicos" que a duras penas entiendo, mas bien por tus ideas de a quien pertenece la información, a lo mejor exagero el romanticismo pero con "El hilo de Ariadne" te lo buscas. Bueno nada, que sepas que cuando me siento desolado por la forma en que la gente, incluido yo, regala sus datos y no se da cuenta lo vulnerable que somos, cuando pienso que es un momento de quiebre en la historia y la gente no se da cuenta, recuerdo que hay unos tíos como tu que andan por ahí haciendo el bien, me has sacado toda esta emoción porque fui padre hace 1 año de la niña mas hermosa del mundo (lo siento por tus hijas pero ella es la mas bella) y cuando dijiste que tu primer hija te hackeo la vida, sentí un click satisfactorio, como el de un RJ45 cuando calza, eso es lo que me paso, mi hija también me hackeo la vida.
    Ya si tienes tiempo o si alguien lee esto y sabe, hay algún post sobre como estar a salvo del software iraní pegasus? o información al respecto? cuidado lo que responden pueden aparecer flotando en una zanja..

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  6. Eres grande Chema, muy grande. Gracias

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  7. Primeramente me alegro que todo haya ido bien , pero ya sabes que soy el crítico entre todos los palmeros que te rodean.Tal vez una cuestión era por qué estabas tan lejos cuando iba a nacer tu hija. No creo que fueras culpable de contagio alguno , afortunadamente la fuerza de la vida se abre camino ante las mayores adversidades.
    Parece mentira que hayas publicado fotos aunque no se les vea la cara , miles de ojos te observan en ésta ventana todos los días , en una recomendación básica que todos deben conocer , que se ha divulgado hasta la saciedad por los que velan por la seguridad , sin duda un mal ejemplo.

    Disfruta tu tiempo con la familia , el tiempo vuela y los hijos tienen el poder de acelerarlo como nunca antes lo habías sentido.

    Mírate menos en el espejo, manos a la obra y haz que suba al menos a eight.paths y si es fourteen.paths aún mejor.

    Te tomas bien las críticas , ésta es constructiva.

    Un saludo.

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  8. Hola hacker.. Interesante y motivante post.

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