jueves, marzo 08, 2018

Gracias mamá.

Mi madre nació en otro mundo. Nació en otra época. En el mismo país que yo, pero en un mundo distinto. Un mundo que a los ojos de muchos de hoy sería imposible. Un mundo que, por desgracia, aún persiste escondido bajo una pátina de buenas palabras. Un mundo injusto en el que hombres y mujeres no se merecen las mismas oportunidades. Un mundo que hay que seguir empequeñeciendo.

Figura 1: Gracias mamá.

Mi madre no podía trabajar, porque no iba a atender a sus hijos. Mi madre no podía sacarse el carné de conducir, porque eso solo lo hacían las mujeres que no que cuidaban de su familia. Mi madre tenía que tener el hogar impoluto, porque para eso estaba todo el día sin hacer nada en casa. Mi madre tenía que explicar cómo se gastaba todo el dinero. Tenía que llevar a sus hijos limpios y cocinar comidas sabrosas, que si no recibía el desprecio porque la cena no estaba rica.

Mi madre tenía que sufrir una revisión de lo que se ponía para vestir y cómo se pintaba o arreglaba. Mi madre tenía que defenderme por llevar el pelo largo. Mi madre tenía que dar explicaciones sobre con quién se juntaba ella para hablar. Mi madre no podía irse a tomar un café o una cerveza con quién quisiera a una cafetería. Mi madre tenía que estar en casa para atender llamadas de teléfono que se producían sin que nadie contestara al otro lado. 

Mi madre, sin embargo, decidió ser fuerte y luchar. Decidió aguantar y luchar hasta que nosotros pudiéramos luchar por nosotros mismos. Hasta que fuéramos fuertes. Mi madre me educó en igualdad. Me educó para que aprendiera a hacer mis tareas "no productivas", como definen algunos. A que me hiciera la cama y recogiera mi pequeña habitación antes de irme cada día a la universidad. A que hiciera la compra. A que sacara a mi perro todos los días. A que fuera independiente en mi vida. A que querer, significa cuidar y ayudar, y no prohibir y encerrar.

Mi madre no había tenido muchas oportunidades para rendirse. Estuvo interna en un colegio con las monjas, y de ahí vino a Madrid a servir interna en una casa. Y de ahí se fue a "servir" interna a un matrimonio en el que ella pagó la entrada de la hipoteca casa con sus ahorros. La vida no le proporcionó muchos respaldos para relajarse y dejar de luchar. 

Nos tuvo a mi hermano y a mí, y cuando vio que las cosas pintaban en bastos, decidió no rendirse. Luchó y se puso un DIU, porque veía que tener dos niños en quince meses era sólo el principio. Luchó, y se operó. Y lo cuidó como su tabla de salvación. 

Mi madre decidió no rendirse, y ponerse a trabajar para ayudar a la familia. Mi madre decidió tener siempre un poco de dinero escondido para cuando la familia lo necesitó. Para cuando yo, o mi hermano, necesitamos ayuda en nuestra madurez temprana. Mi madre decidió sacarse el carné de conducir a costa de discusiones, broncas y consecuencias tremendas. Pero se lo sacó.

Mi madre decidió luchar. Decidió que su venganza sería dar al mundo dos hombres que verían a las mujeres de otra forma. Dos hombres que fueron educados con frases machaconas del tipo "Si otros pueden tú también, hijo". Nunca dejó que hubiera un techo de cristal para nosotros. "Nadie nace sabiendo, hijo, estudia y lo aprenderás". Frases para que no tuviéramos miedo a nadie, y que no tratáramos a nadie como superior o inferior. "Nadie es mejor que nadie". Y su "venganza" se completó. 

No por lo que hizo con su vida de luchadora. No porque inculcara en sus dos hijos esa visión. Sino porque el destino la recompensó con tres nietas. Con tres nietas que apoyarán su lucha. Tres nietas a las que machaca con las mismas frases a cada ratito. Con tres nietas que no van a dejar que las prohiban sacarse un carné de conducir, trabajar en lo que quieran o vestir como quieran. Que no van a dejar que las digan que una colección de cromos de fútbol es solo para niños, o que las niñas no pueden ser astronautas. Tres nietas que cuentan con dos hombres educados por ti, mamá, para proteger tu lucha en ellas.


Mi madre luchó. Y sigue luchando. Me sigue cuidando. Me sigue ayudando. Soy su hijo, y seré su hijo siempre. Mi madre se arregló, y vino a ayudarme a hacer los vídeos de Movistar Home hace poco. Mi madre, que me sigue llamando "Josemari, cariño", me educó con su ejemplo en cosas que yo transmitiré a mis hijas. 


A mi madre y a todas las madres que han sido como la mía, os doy las gracias en nombre de mis hijas, pues gracias a que decidisteis no rendiros, mis hijas tendrán un mundo distinto. Un mundo que tenemos que seguir mejorando para que aquel mundo que vivisteis vosotras, nuestras madres, no vuelva jamás. Gracias mamá.

Saludos Malignos!

14 comentarios:

Daniel Oprea dijo...

Asi es...las madres son lo más grandes en este mundo! Y nosotros debemos de luchar por nuestros padres en el mundo actual y por nuestros hij@s para que tenga un mundo mejor aun y con una buena educación!
Vivan las madres de todo el mundo!

Rubén Alonso dijo...

Muy bueno el post, chache. Se me saltaban las lagrimas al leerlo

Unknown dijo...

Amén.

Unknown dijo...

Eres muy grande en todos los sentidos...y menos no se podía ni se puede esperar.

_Baudet dijo...

Brutal!! Animo por esas mujeres

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Gracias a esas madres que con su apoyo y sabias palabras nos dan confianza, para estudiar lo que queremos, sin miedo al que dirán. Me encantó el post. Gracias má por creer en mi y enseñarme a no rendirme :)

Caferacer dijo...

Sin palabras...grande tu madre y tú tambien por contarlo

Nelson dijo...

Buenísimo!. Gran escritura!. Grandes personas son lo q necesitamos, da igual el sexo. Y vosotros lo sois.

BlackTigerX dijo...

que bonita historia, no bonito todo lo que tuvo que pasar tu mama, que orgullosa se ha de sentir de ti

Oscar dijo...

Joder, me he emocionado.
Chapó tu madre y el coraje que le ha echado a la vida.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Cuando te conocí ya ví la devoción que tenías por tu madre y me contaste algunas cosas de lo que había hecho por ella y por vosotros luchando por conseguirlo. Esta muy bien que se lo reconozcas en público aunque en privado se lo haces saber en cada momento. Habeis salido dos buenos chicos en todos los sentidos y creo que en buena parte es gracias a ella. Supongobque lo que te transmitió lo sigues transmitiendo a tus hijas aunque es mucho mas dificil ser padre que ser hijo ;-). Sigue por el buen csmino que te has labrado.

99 dijo...

Es todo cierto lo que dices, y como bien cuentas, es un mundo que aún persiste. Qué hermoso que puedas reconocer todo esto en ella: eso es mérito tuyo. No todos los hijos lo saben ver, por muchos esfuerzos que hagan sus madres/hermanas/ tías... porque el machismo es social, no sólo familiar y muchas personas - varones y mujeres - desprecian luego a sus familiares mujeres por atreverse a romper con esas limitaciones.
Y no todas las historias tienen un final feliz, lo sabes y me alegro porque la de tu madre sí lo tiene.
Me reconfortó mucho leerte, llegué aquí por el post sobre la recuperación de covid de tu madre. Muy bueno también.
Sólo agrego: qué guapa es, y qué alegre su semblante. Te mando un abrazo desde Buenos Aires.
Cristina (99) Derazensky

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